todo mezclado

 

Si yo tuviera la posibilidad de sortearlo todo como los cestos de basura, que maravilla. Aluminio para las cosas que parecen pesadas pero al final no lo son. Papel para los problemas que se reciclan. Alimentos, para todo aquello que solo basta darle tres vueltas mas, dos mascadas y como buen biodegradable, directo al intestino delgado y chao. Basura combinada, a ese saco le quitaría el fondo y pa afuera telaraña, el que quiera canalizar drama que consulte al terapeuta más próximo a su región.

Mas o menos así era mi vida de cajera de un mercado, contacto rápido, sonrisa bizantina, y mucha bebida azucarada. Comparada con las atletas olímpicas, a mi me podrían haber metido presa por dopin, una natilla de una abuela pro diabetes era ácido de batería en comparación con mi sangre a las cuatro de la tarde. El punto es que cuando el pi pi pi de la caja se empieza a mezclar en tu cabeza y de pronto sale un ritmo loopeado, el mundo se convierte en un dancing light. Viene la desesperada y te conviertes en un turbo; le sigue la señora con dos bebés y uno gritando, improvisas una maraca y le cantas una nana en clave cubana traducida al alemán; se aparece la millonaria sin fondos y tú, más fina que el bacará, le demuestras que también tienes sangre azul corriendo por las venas. En fin que cuando las relaciones con fugaces, a mi me es mas fácil clasificar. Recuerdo que con frecuencia me preguntaban como era que podía reír, hacerle papiroflexia a los niños y contarle los últimos centavos en el monedero a alguna anciana. La verdad es que yo tampoco lo sé, es un tema de flow.

Algunas veces veo con el rigor que la gente intenta ser siempre igual en la vida y yo creo que hay que dejarse llevar. Claro que tener algunos principios facilita muchas cosas pero como dice el dicho una cosa piensa el borracho y otra el bodeguero. Por ejemplo, de hace un tiempo para acá, se estas usando mucho los jeans Mum. No son otra cosa que el estilo años noventa, a la altura de la cintura, aproximadamente dos dedos por debajo de la séptima costilla, contando que tengas el cuerpo de Barbie y no el de Juanita Corrales, que entre la cintura escapular y la pélvica tiene dos cuartas o su hermana que entre ambas las cinturas óseas guarda un océano. Pero en fin, volviendo a la moda, los famosos pantalones solo han traído conflicto al mundo estético. Algunas no se acostumbrar a la novedad reciclada y se lo ponen bien apretado que para eso te compras otro modelo y basta. Lo mismo sucede al contrario y entonces yo me pregunto, porque no segmentar, dividir, aceptar que para un roto hay un descosido. Decía el apóstol arte soy entre las artes, en los montes montes soy. Pues es hora de asimilarlo y expandirlo a todas las áreas. Encontraremos gente en el camino que solo será para la parranda, el sexo casual y la comida rápida, a ese no le puedes dar las llaves de la casa o el código de tu correo electrónico. Habrán otros con los que quieras ver en silencio la luna, tomar un café o un vino y hablar de magia negra, pero no lo tendremos todo en uno, no es posible y además, sería muy aburrido. Yo insisto en clasificar situaciones, personas, colores y escotes de blusas, decirlo en alta voz a lo mejor me hace parecer rebelde pero es algo que hacemos todos con más crueldad de la declarada.

Un día en el elevador de la tienda habían una mujer con su hija pequeña. Cada vez que se habría la puerta los gritos de la niña hacia temblar los cimientos. Vinieron a mi dos trabajadores y me pidieron que por favor hiciera algo al respecto. Les juro que no tengo estudios ni de salvavidas, ni de de bombero, vinieron a mi porque ya los métodos clásicos se habían agotado y llegaba la hora del desespero. Entré al elevador, cosa que nadie me había atrevido a hacer hasta el momento, se cerraron las puertas y en aquella cápsula estábamos, la madre al punto de la agresión, la niña al punto de agredir y yo como una pistolera del viejo oeste. Me giré con parsimonia, miré a la fuente del conflicto y le dije. - ¿hola, me puedo presentar?- mi tono de voz era mas que calmado, parecía fuera de revolución. - mi nombre es Tatiana García y usted, ¿cómo se llama? - mi interlocutora no tenia aún todos los dientes y yo la trataba de usted. Como digo, saca un elemento de la casilla correspondiente y bum, la locura china. - me llamo Gretel- la madre se quedo fría. Por alguna razón había parado de gritar para articular su nombre. - me imagino que tenga usted un problema, la puedo ayudar? - entre sollozos que estaban embarraitos de vergüenza, me dijo - mi mamá no me quiere comprar una careta para el carnaval - la señora estaba al hiperventilar y el propuse que se tomara un café, que yo no me ocuparía de su hija. La madre estaba feliz y una vez las dos solas le pregunté - ¿tiene que ser una mascara especifica? - no, lo que pasa es que mi mama no me quiere comprar lo que yo quiero.- La entiendo, yo tampoco me puedo comprar lo que yo quiero y por eso también a veces grito - ella sonrió escéptica- pero si me permite le diré algo, las mascaras de aquí no son tan lindas, las pelucas son mejores. - Su madre me había dado algo de dinero, fuimos al departamento de juguetes y encontramos una peluca verde que nunca se pondrá pero que a lo mejor la haga recordar aquella media hora conmigo. 

Casi me dan una medalla por lo feliz que regresó. Creo que más que un café ella tomo unos minutos de pausa y yo? Yo descubrí que me encantan los niños en los elevadores, que es muy reconfortante ayudar a otras personas y que es difícil poner las emociones en el cajón correcto en el momento justo. Pero sonar no cuesta nada. Por el momento solo pienso, aluminio, papel, mexclado, mascarilla, llaves y cartera.