Sa-potaje
Es más fácil de lo que creemos eso de hacerse la sabionda y tirar frases seudo inteligentes cuando estás en un lugar protegido y mantienes bajo el ojo hasta a la cucaracha de paso. La filosofía manigüera, el kilometraje de la vida y tener más rayas que un tigre ayudan para casi todo, incluso para hacerte parecer segura e invencible.Yo por ejemplo me la paso luchando contra la enemiga que todas las mujeres traemos sentada en un hombro y que le encanta hablarnos al oido cuando estamos medio desnudas en una cabina, como si no tuviera una también yo.
Hay un montón de consultoras en la web que hablan del amor propio, la aceptación y la realización personal pero no cuentan en realidad la receta completa. Siempre digo que una cosa es con timba y otra con tumba. Tener un cenital encima de la cabeza no es juego de muchachos y a más de una le da un temblor de autoestima la luces y la sombras. Esa combinación le ha resultado bien hasta ahora solo a los renacentistas. El hombre que inventó las lámparas de una tienda, porque tenía que ser un hombre, del claroscuro no sabia na, ese de Rembrandt y de Caravaggio entendía lo que yo de epigráfica egipcia. A todas estas no olvidemos que yo como vendedora estoy en la acera de enfrente, de el lado de acá lo tengo todo a vista de primer balcón, la cosa es cuando se vira la tortilla y el objetivo soy yo.
Hace unos días le hablaba a una clienta sobre lo preparadas que estamos para saltar al ataque si alguien nos mira revirao, pero si alguien osara decirnos un piropo probamos hasta con el carbono catorce su credibilidad y no obstante anular cualquier filón de duda, solo creemos lo que nos da la gana. Según el día y la persona, sopesamos del remitente todo, edad, estatus social, masa corporal, nacionalidad, simetría facial, antecedentes penales y a la mínima incongruencia, le cae encima la artillería pesada, bloqueo del Facebook, con una advertencia en la circunscripción, en fin que aceptar un piropo y creérnoslo es mas difícil que dar un escándalo por una ofensa. Lo de la crítica constructiva es pura teoría, escuchamos solo para ver arder Troya. Los documentales sobre violencia, las noticias domingueras de cualquier periódico y las historias del barrio la verdad que no ayudan, pero son un termómetro de salud emocional importante.
La clienta y yo caimos en el tema porque le alagué, con toda la sinceridad de este mundo, lo bien llevados que tenía sus más de sesenta años. Evidentemente pensó que era un sarcasmo y para protegerse se piropeo de izquierda a derecha, de arriba a abajo, que casi no me dio espacio a más. En el momento donde se suponía que yo diera algún argumento, cerró el tema y se fue a la caja a pagar. Yo creí que me había sobrepasado pero me di cuenta que aquella señora no quería escucharme, así que en una finta contribución me redujo al silencio. La verdad es que me dejó pensando largo rato.
Cuando cumplí los treinta años lloré como una magdalena, no por sentirme vieja o por superstición sino porque fue mi primer cumpleaños fuera de casa. Estaba creciendo y eso duele. Vivía en un país donde todo era nuevo, no entendía ni su lengua, ni sus códigos, vamos, mas perdía que un piojo en la cabeza de un calvo. Entonces los hombres que me miraban, no sabia si lo hacían porque era exótica, bella o me colgaba algo de los dobladillos. Como en mi ciudad natal solo tienes que tener una sombra para sentirte deseada por cualquiera pensé que aquí había desaparecido todo mi abolengo. Entonces después de un par de veranos de verdadera lucha empecé a decirme cositas bonitas yo misma ante el espejo.
Llegaron los cuarenta y cuando me tiraron dos o tres lisonjas, miré pa todos los lados porque no creía que era conmigo. Las palabras gentiles sonaban reales solo con el sonido de mi voz. Tenía tan bien criá a la diabla criticona de mi hombro que pensaba que quien se volviera loco en decirme algo era porque seria ciego, tuerto, manco o mudo. Con el tiempo entiendes que hay ojo para todo y en todos lados, que no hay que tratarse tan duramente porque entonces te enganchas con el primer salamero que te encuentres, ya sea en la cola del pan o en un forum de filatelia. Piensas que para tropezar con otro, tendrás que caminar medio mundo con una botella de agua abajo del brazo y terminas comprando el gato en saco.
Aunque creas que esto es bobería, te cuento que a mi me cogió el otro día fuera de base y pensé que estaba siendo víctima de una banda criminal que buscaba mujeres maduras, que fiasco para los timadores, solo porque alguien se admiraba de mis dotes. Me faltó poco para llamar a la Interpol. Que vergüenza. Yo que tanto abogo por la libertad de expresión y los derechos humanos, exigiéndole a alguien que modelara su verborrea porque me sonrojaba. Por suerte aun queda algo de decencia en mi y me llamé a capitulo, porque si me pongo como me da la gana, la gente tiene todo el derecho de decir de mi lo que le da la gana. Pero es difícil ser coherente con lo que se predica, empatizar con el ojo ajeno sin falsas modestias.
Yo ejercito mi criterio constantemente y mis clientes esperan sinceridad de mi, a sabiendas que puede no gustar. Casi se puede decir que se ponen en manos de mi ojo crítico. Sería maravilloso que todos tuviéramos esa oportunidad, la de decir y ser escuchados, después lo que tú hagas con eso son otros veinte pesos que valen casi otros veinte textos. Si llamas al FBI o tomas la última palabra como única verdad es tu decisión. Poner luz o sombra es un arte viejo que esconde además de belleza, la sabiduría de vivir en sociedad.