Difusa

 
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Este verano ha sido un invento chino aquí por la zona helvética. Tú desempolvas los shorts, los vestidos cortos, las sandalias y todo eso es para nada. Más o menos como los abrigos que me ponía yo en la Habana con diecisiete grados, porque si no lo hacia en aquellos días de „invierno“ entonces cómo, dónde y cuándo. 

Esta semana parece que el dios de la meteorología se ha dignado a darnos paz y nos ha permitido andar por la calle sin chaquetas, así que en la tienda tenemos un montón de vestidos que son un dulce y están pidiendo a gritos testosterona, vitamina d y piropo por todos los poros. 

Una clienta se compró un par de ellos. Asiduamente viene por pantalones y ropa bastante básica, pero hoy no. Mientras hablábamos de colores y texturas, caímos en la razón de tanta pierna afuera. Ella se iba de vacaciones al sur e iba armada hasta los dientes para romper algún corazón. Nunca imaginaría que fuera una cazadora experta pero si que estaba abierta a cuanto rifirrafe le propusiera la vida. Ya había visto más de una vez que más vale querer que poder. A mi me costaba imaginarla tan espontánea para los contactos sociales, cuando tenía estudiado hasta del porcentaje de poliéster que podría tolerar, el peinado que llevaría pues con ochenta y nueve porciento de humedad mas valía llevar el pelo como había decidido la naturaleza que adaptarla a los cánones de belleza moderno, que crema hidratante evitaría que sus piernas se convirtieran en rio, pero que era un paso imprescindible después de someterse a la depilación brasileña. Algo me decía que la niña andaba por el mundo como en un supermercado con la lista de la compra. Pero cada loco con su tema. Mi trabajo era venderle vestidos y ya lo estaba haciendo. De pronto me preguntó que yo creía de los eventos casuales. Me quedé fría, pero ya nada me debería sorprender porque yo creo que tengo en la frente escrito buzón de quejas y sugerencias. Por alguna razón muy rara hay gente que me cuenta más de lo que debería y yo les digo más de lo que quisieran. - De los encuentros casuales, los románticos, esos con final feliz?- Si, es que en realidad voy a encontrarme a alguien por segunda vez.- Lo único que se me ocurrió decirle fue - Entonces te aconsejo olvides la primera, porque normalmente es imposible de superar.- Justo ese es mi miedo.- Pero si hay una segunda vez a lo mejor deberías sacarlo del saco de los encuentros casuales y verlo desde otra perspectiva.- Que quieres decir- que a lo mejor podría cambiar su condición. Hay dos opciones, olvida la primera vez e intenta ir sin tantas expectativas a la cita o escríbele que solo te interesa su amistad.- Pero yo no quiero ser solo su amiga- Pues entonces lo mejor seria no hacerte ninguna novela y dejarte sorprender- Es como cuando entras a una tienda de ropa y tienes claro que es lo que quieres, no ves el resto, no aceptas la ayuda de alguien que conoce el producto y muy probablemente te pierdes lo mejor. Pues yo lo veo de igual forma con los encuentros. Si tienes ya una imagen de lo que quieres y como lo quieres, corres el riesgo de frustrarte mas rápido de lo que canta un gallo, porque lo que tú quieres en un segundo capítulo que catapulte las emociones del primero y eso no lo logró ni Steven Spielberg con Tiburón. -Pero es muy difícil- Ya lo sé o tu crees que yo salí de un huevo sorpresa. Yo también he tenido encuentros maravillosos, unas veces he querido revancha yo, otras la otra persona. Una vez uno quiso repetir y cuando me negué, quería saber si la razón pendía de su pantalón. Una cosa es despacio, un día rozarte la mano, la semana siguiente el pelo, tres cartas de amor, una película, siete noches de discusiones sobre la historia o la familia y lo otro es la magia de tenerlo todo en un segundo, entrante y postre, como si te tragaras los días en un vaso de ostiones. Te puede gustar o no pero es una experiencia que trae a colación mas de un sentido y eso perdura en la mente. Yo no te digo que prescindas de ello pero si es un encuentro y sabes que no llegara a mas, no pierdas la oportunidad de venderte como la última Coca Cola del desierto.

Cuando yo vendo una pieza de ropa, generalmente no vendo un producto y nada mas, ese producto es un gran paquete, un servicio, y en este caso, una pieza cualquiera. Eso lo puede hacer todo el mundo, por eso yo intento siempre convoyarle la experiencia para hacer algo distinto al resto. Un par de chistes, confesiones, terapias, consejos sobre la postura del cuerpo, en fin me vendo también, como una fiera en patines. Y que no me diga alguien que eso no es divertido. Pues lo mismo funciona con los encuentros donde tú le pones comedia, pasión, erotismo y si la situación lo precisa hasta algo de porno le cae. De esa diversión pueden surgir afectos de todo tipo, hasta el amor pero debes saber que la droga del románticismo, del flechazo de Cupido y el dolor de la separación todo eso es parte de un colocón irreal y fantástico.

A ver niña solo te pido algo, no seas ingenua, aprovecha el momento, da lo mejor de ti, si ya te vas a tirar en el agua tírate de clavado como una medallista olímpica. Piensa que bailaras una danza ancestral, si escuchas la música mejor, pero sino aparece, tendrás siempre el bumbum de los latidos para que no pierdas ni el ritmo, ni el camino a casa. Nunca se sabe que consecuencias tendrá la acción que hagas hoy, por eso lo único que te puedo decir es como me dijo una vez un maestro de la defensa y de la vida, ante cualquier situación relájate y goza.