primitiva Who?

 

Yo creo que despacio deberíamos ir pensando en organizar una gigantesca misa espiritual o una ouija con comunicación tripartita. Una especie de video chat para conversar seriamente con algunas de las pioneras del feminismo y del empoderamiento. Esto no va ni por la mitad y ya se nos esta yendo de las manos. 

Me encantaría ver que dirían Marie Curie o Beate Uhse, cuando vean en Instagram o tiktok tantas mujeres puestas a la venta como carne de res y que aun nos sonrojamos cuando se habla de menstruación, orgasmo o masturbación. Qué diría la Catherine Evans sobre lo silenciosas que hemos quedado en los últimos años con respecto a la educación de nuestros hijos, parecería como si todo fuera de maravillas. Me da lo mismo bajar al espíritu de Alice Catherine Evans o la Dorothy Hodgkin para que vean que aquí no las conocen ni donde el diablo dio tres gritos. Van a bailar el sámbito las dos de la rabia cuando se enteren que a la mayoría de las niñas „les gustan mayores, de esos que llaman señores, de los que te abren la puerta y te mandan flores“ antes de romperse las narices contra los libros como hicieron ellas. Quién lo iba a decir después de tanto luchar para que nos abrieran hoy las academias.

Pero yo creo que voy entendiendo la cosa. Casi todas estas señoras eran europeas, blancas, ricas y cuando nacimos nosotras estaban casi todas muertas. Así que tomaron las riendas las nuevas embajadoras del término empoderamiento. Abrió el nuevo siglo y en un grand jete colectivo, a lo Pavlova, entraron por la puerta ancha las reinas de la burbuja punto com, las dueñas del escándalo y los premios mediáticos, las Kardashian, Nati Natasha, Cardi B, Karol G y  como cincuenta mas. Eso si, finalmente mujeres negras, latinas, jóvenes, poderosas, con y sin entrenamiento. Pero creo que tampoco se expresaron bien, porque la mitad de su público lo que quieren es parecerse a ellas solo por la cáscara. Sus atuendos, los figurones, las extensiones, cuánto papelito se cuelguen cuanto papelito que hace historia. Trágicamente se habla muy poco de sus luchas en la industria de la música, terreno de hombres, y de sus juegos cuales Drag Queen retiradas con los símbolos de la riqueza y la feminidad moderna. Estas diosas terrenales nos quitaron las ropas y han enseñado mas carne de lo biológicamente posible y eso tiene su mérito. Pero nosotros, pobres medio mal civilizados, nos hemos quedado con la mitad, la obsesión de la media naranja y puntica no mas. 

Pues que te cuento, que hace unos días vino a la tienda una „influencer“ para hacer una colaboración. Porque en esto del consumo o te montas o te tumban. La selección de ropa iba por mal camino, de algún modo yo me sentía comprometida, ya estaba montada arriba del barco, así que metí la cuchareta. La foto contenía su buena ración de espectáculo y fantasía, mucha purpurina y cuando vi que el camino era el de hiper sexualidad se me pararon los pelos. En un arrebato se me salió la Jane Freedman que vive en mi. Le empecé a preguntar a ¿quién representaba, cuál era su segmento del mercado, qué pretendía influenciar? Mientras la muchacha luchaba por colarse en una mini bermuda negra y me miraba de arriba abajo, como si yo hablara de física cuántica o del teorema de los números primos. No me quedó más remedio que usar las municiones de emergencia, fijé mis ojos a sus ojo sin pestañear, con un leve giro a ambos lados controlé que nadie nos estuviera observando y le dije que con esta o aquella otra ropa se veía mas elegante y parecía millonaria, con el resto parecía una de las campesinas de Vincent Van Gogh. Ella seguía sin entender pero captó la esencia. ¿Qué quiere mas las gente hoy, que ser antes de parecer? Pum cayó la flor. Cuando decidimos al final que se llevaría, me dio las gracias e invitó a meterme en el giro, incluso a abonarme como su seguidora. Acuñó el comentario, añadiendo que desde que estaba en „eso“ su peluquería funcionaba mejor que un reloj suizo, que era muy feliz porque pagaba todas las cuentas de su familia haciendo lo que le gustaba, mientras su esposo-agente cuidaba de su hijo. Me quedé patitiesa. Eso era empoderada, autónoma y suficiente, mientras yo pensaba que era una que vivía de la fantasía bipolar del internet con oro, la calle con asfaltil. ¿Por qué razón esta chica no publicaba esa historia, la de verdad? Pues porque creemos que no es interesante enseñar la otra parte del esfuerzo, el camino duro. En cambio lo es y mucho. 

No importa si te pones ropas mínimas o máximas, de marca o sin ella, si tienes el poder de visualizar un tema, la verdadera igualdad de los géneros y el trabajo en equipo de una familia, cualquier forma que esta tenga, entonces hazlo hasta el fondo. Si solo una persona cambia su vida o su modo de actuar por eso, ya has hecho mucho. Por eso me encanta la Sharon Stone, una genio preciosa que con quince años ya cursaba estudios universitarios. Yo no sé si estas divas de ahora son genios de la mercadotecnia o la cartomántica, lo que si les pediría es que si ya van a enseñar las carnes que también enseñen los sesos para que nadie intente tratarnos como souvenir o musa de regueton. Este es el momento donde normalizar es la palabra de orden. Las historias nunca son pequeñas, nunca son menos intensas, están llenas de enseñanza e inspiración. No estoy en contra de los cuerpos apretados o desnudos, si su fin es llamar la atención para gritar por todo un pueblo. En esto es en lo único donde no hay mal lectura, sino mal lector.