Conmigo no estoy sola

 
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La gente me pregunta que haré todo este tiempo sin trabajo. Que si no tengo miedo que todo se vaya al diablo, que si no me aburro, que si esto, que si lo otro. Y no te miento que a veces me da cositas e intento tranquilizarme antes de soltarles cualquier barbaridad como respuesta, pero realmente no sé que quieren saber?¿Será que quieren sentirse que no están solos en la incertidumbre y la inseguridad? Pues yo lo tengo decidido, que no me montaré en el tren de los locos tristes, yo seré la que controla los tickets en mi tren de la locura alegre. Primero por idiosincrasia, y seguro porque no vale la pena. Tengo tantos ejemplos a seguir en mi árbol genealógico, en mi haber por esta vida, que mejor sigo con mi plan de update generacional

Cuando alguien me pregunta, me encantaría sonarles el cronograma de actividades completo, pero sería algo complicado y poco serio. Así que hablo de mis movimientos más rutinarios; que si entreno yoga, que si intento domar la cámara fotográfica, que de vez en cuando veo alguna película y que todo eso lo hago para el blog, que es mi mayor entretenimiento. Pero estas persona no se contentan con mi recuento, aparentemente les parece demasiado perfecto para ser real, sin lágrimas, ni antidepresivos, sin ansias por el destierro. 

Entonces recuerdo a mi madre y su capacidad de creación. Mi madre como tantas mujeres creo vida, pero la mayor de sus obras fue crear un hogar, que por ser duro como un roble es aun, la tabla de salvación de mi vida. Ese hogar es como una secta cerrada, donde solo entran los elegidos. Para ello contaba como muy pocos ingredientes pero increíblemente efectivos: voluntad, disciplina y una determinación de hierro. 

Los caminos la llevaron con sus piernas torneadas desde un lomerío a la gran ciudad. Acostumbrada a una familia numerosa con rangos y personalidades muy especiales, las luces de la habana solo le enseñaron que el mundo es como un pañuelo y que todos los hombres nos parecemos mucho. Por eso a cada acto bautizaba con nuevo nombre a todo el mundo, que si grande como Ruco, tacaño igual que Cire Cabezas, terco como Titi el Haitiano. Entonces llegó al magisterio, la mas grande de las artes y allí aprendió todo el resto; a crear familias, amigos de toda la vida, a reírse de las distancias y los pequeños espacios, a instaurar estructuras, a poner a la mesa manjares en tiempos de cólera , pero olvidó curar sus pasatiempos. Por supuesto que no lo hizo por despreocupada, sino porque una mujer como ella que asumía las tareas de todos, en años donde el patriarcado y el machismo crudo eran el pan nuestro de cada día, no tenía tiempo ni para sacar los piojos a mear. 

Ya les decía que intento ser un update generacional, así que heredando las piernas de mi madre me salí de la isla para llegar al viejo continente y cada día me confirmo que la naturaleza humana se ríe de los pasaportes y los acentos, quien es bueno es bueno y manzanas podridas hay en todo los costales. Sigo encontrado Rucos, Cire Cabezas y haitianos por todo lados. También juguetee con el magisterio y las artes son mi oficio y pasión. Así que bendecida por la nueva era, mi posición geográfica y casi ningún daño cerebral tengo muy claro que el antídoto para este tiempo de confinamiento esté en el cuidado que hayas tenido por tus tiempos de ocio y los conocimientos de como darle a tu cuerpo alegrías Macarena. Que vivan los hobbys.

Muchas mujeres han estado presentes en estos años de supervivencias, pandemias, aislamientos, pero cuando pienso en reinventarme, en ser creativa a comando, recuerdo a la maestra Lídice Nuñez. Durante una clase donde participábamos cinco estudiantes, nos pidió que presentáramos siete modos distintos de caminar y no se podían repetir. Se podrán imaginar que muy pronto se agotaban los recursos y fue entonces donde aparecían las verdaderas buenas ideas. Por eso considero que ejercicio es el mejor modo de parir opciones, con ella aprendí que el facilismo es de vagos y que el arte es trabajo, investigación y constancia. Sus ingredientes se parecen mucho a los de mi madre así que con todo este arsenal de conocimiento no hay bicho que me doblegue, ni temporal de nieve que me amilane. Cada día en casa, es como un nuevo día de trabajo, donde domar mi espíritu y entrenar mi mente son las primeras grandes tareas a cumplir. 

No saben cuantas clientas tengo yo que van de tiendas por el simple hecho de llenar el vacío temporal, por salir de casa, porque el espacio les pesa sobre los hombros como piedras. Y cuantas que solo van por un saludo o una sonrisa. Por supuesto que las extrañaré estas semanas y por eso las escribo, pero me complace la idea de saber que la soledad les dará la oportunidad de encontrarse. Los momentos convulsos son como los chícharos en una olla de presión. Si el frijol es cáscara pura y la olla tiene defectos, reventará media casa, pero si todo anda bien, disfrutarás del mejor puré de San Germán de tu vida. Por si las moscas yo guardaré mis pijamas y sacaré la ropa sexy porque nunca se sabe que te propone el camino, entraré en la jungla de mi imaginario con la historia y todo el arsenal que me dan los apellidos y aplicaré para reinventarme una vez mas, y aprender a crear hogares también en mis espacios mas íntimos