aturdida
1-Esta semana ha sido particularmente rara. Las noticias hablaban de un caso de violación en Basilea donde dos hombres habían atacado a una mujer después de salir de una discoteca. El juez les sancionaba a un año de privación de libertad porque la víctima, a sus ojos, no lo era tanto. Según el criterio de quien representa la justicia, la muchacha cargaba también algo de responsabilidad por lo que le había ocurrido. Anteriormente había provocado a sus agresores. ¿Cómo? Pues de un modo infalible, con un beso. Me puedo imaginar que si antes estaba en una discoteca no andaría con ropas muy seglares, seguramente había sonreído, bailado y quien sabe, hasta ingerido alguna bebida alcohólica. En fin era una tentación desmesurada para aquellos ejemplares del otro sexo, que no pudieron hacer otra cosa en su defensa que vejarla y escapar.
3-Amaneció el martes y junto al café acostumbro a leer los periódicos para entrarle bien motivadita a la vida. Guerra aquí, desgracia allá, muerte en acullá. Pongo la radio y después de un par de canciones viene la retreta optimista, la lectura en voz alta de lo mismo que me había leído. Como la cafeína y el esperanzador discurso de los medios de desinformación tradicionales no son bastante efectivos para traerme de vuelta a este mundo, pues remato con fuentes mas cercanas y no por eso mas creíbles, las redes sociales.
5-A las diez de la mañana llegué a la tienda y me dio los buenos días una muchacha tan lánguida que enternecía. Con voz de colibrí me preguntó que si tenía solo las tallas que estaban en presentación. Le dije que no, pues podría ser que algo más hubiera en almacén. Le pregunté que era lo que necesitaba y me pidió la talla más pequeña. Ella en su extrema delgadez también quería ponerse prendas a la moda y como la moda dictaba, marcando curvas a lo Jennifer López, caderas a lo Kelly Jenner, enseñando piel como Dua Lipa. Ahora es el momento de airarse porque en pocos meses bajan las temperaturas y a invernar. Encontramos un top mínimo y quedamos en combinarlos con unos chores que aunque holgados dejaban ver sus piernas casi por entero. Quería una camisa, le dije que no era temporada y que solo tenía un par pero eran la talla xl. Sus ojos verdes se iluminaron de tal forma que me podía ver en ellos el alma. Yo creo en la moda como expresión y también creo en la libertad como derecho básico, así que no indagué sobre la ambigüedad de su elección pues me parecía muy auténtica.
2-En el primer momento que tuve libre traje a colación el tema de la sentencia con las chicas del trabajo. Me interesaba saber que pensaban al respecto mujeres jóvenes, nacidas en el primer mundo, según yo emancipadas, con las que comparto mucho tiempo de mi día. Rabia y desconcierto eran las primeras impresiones hasta que salió el discurso de que podíamos evitar ciertas situaciones si atendíamos a la vestimenta, por donde andábamos y que hacíamos. No me creía lo que escuchaba. Tan arraigada está la creencia del provocador y el provocado que aun aquí, casa cuna de la psiquiatría moderna, no vean que si fuera así, las playas fueran escenarios de brutal crueldad, que si nuestro modo de actuar fuera el detonante para una agresión todas las pioneras del mundo estuvieran muertas. Que si una minifalda tuviera el poder de volver agresivo a alguien no existieran tantos horrores dentro de las iglesias, ni fuera tan natural el desnudo en las tribus amazónicas o africanas. Pero sus criterios no eran solo el resultado de las instituciones tradicionalistas como la escuela, la familia, el gobierno, en esto juega también un duro papel nuestro amado mundo virtual.
4-Facebook, tirante como mi cara después de una mascarilla de tomate, tiene siempre a quien ignora, quien milita, a aquel que no moja pero empapa y el otro que a espaldas de la realidad colectiva se monta un circo privado lleno de links de YouTube con canciones de José José y memes con chiste homófonos, xenófobos y machistas pero quiere un mundo inclusivo. Sigo pa Instagram lleno de tutoriales imposibles, consejos que no he pedido, modelitos para mujeres mayores de cincuenta y viajes en jets privados de papel maché. La mitad de las muchachas tienen la sensación que para ser felices y pasar sus vacaciones en Dubai con un príncipe turco tienen que verse igual que sus ídolos filtrados, pero justo esa es la vestimenta, que según un vecino del ingenio…, luego las convertirá en tiro al blanco del violador del barrio. Última estocada WhatsApp, intento pasarle el ojo a los ocho grupos a los que pertenezco y que se me han vuelto imprescindibles y descubro a mi generación que nació con las tangas y las faldas lambada, repitiendo que la juventud está confundida y que el pasado fue mejor. Cuando acabo el pase de revista tengo material de discusión para tres mesas de debates y un ring de boxeo.
6-La verdad es que ando perdida entre tanta información, tanto partido, tanto criterio y mientras mas pienso mas entiendo a mi clienta, ligera como un suspiro. También yo me envuelvo para proteger mis ideas, mis fotos desnudas, mis sueños de un mundo mejor, mientras quisiera gritar que lo diverso es divino y que la maldad tiene nombre y solo tiene un culpable, aquel que la ejerce. ¿Que le podré decir a mis clientes para que no provoquen a los pobres violadores? Que se pongas tres tallas más grandes, mejor les aconsejo basquiña y jubón para las tardes de verano. Pero no podrían esconder su propia naturaleza, pues estos ingeniosos caballeros saben que debajo de cualquier embalaje hay unos orificios que chillan, atáscame. Desarmada solo me queda apelar a la dispensa de estos magnates de unos segundos. Porque eso son, poderosos efímeros para unos, eternas razones de pánico para otros. El poder pasajero se los regala la vieja justicia, la ciega ignorancia, mientras de un golpe asestan la lanza que endurecerá hasta a los ojos verdes donde podrían ver sus alma.