al lado del camino
La verdad la verdad es que a pesar de tantos libros de autoayuda, de litros de café con las amigas y casi caer en la bancarrota nacional a manos de los psicoterapeutas, nos seguimos dejando embriagar por las falsas y super altas expectativas. No es suficiente que sepamos que los medios engañan, que también el culo de Jennifer Lopez tiene celulitis, que en las películas no salen los olores y por eso nos salvamos del hedor a pútrido de sus productores, nosotras seguimos dejándonos maltratar por la enemiga que tenemos sentada en la silla turca de la conciencia.
A principios de semana cuando cae la tarde y la gente se va recogiendo, son mis momentos de gloria en la tienda. Pasa casi siempre alguien que no quiere comprar nada, pero que deambula acompañando la entrada de la noche y se cuela clandestina en todos los negocios a ver que se le pega. En esos momento yo estoy como a punto de terminar la fiesta, borracha de caras y cansada de ir y venir como un meteorito. Las energías a esas hora son más auténticas que nunca y esta vez conecté con una mujer super simpática, sobre los treinta años, proveniente de un país que había ex comunista, así que nos entendimos a la primera. Se lamentaba de la subida de peso y de precios después de la cuarentena. Me contaba que ya se había encajado en más de diez pantalones en la ciudad y que su alma no daba para más. Esos doce kilogramos le estaban pasando factura. Yo le dije que no perderíamos el tiempo, que no le daría nada para probar solo conversaríamos, ese ya no era el día para aquello. El tema era que sus expectativas de lo que sería el pantalón perfecto no tenía nada que ver con lo que su infraestructura le planteaba, porque la realidad se esconde casi siempre lasciva entre trapos e historias viejas y cuando te embosca desnuda en una cabina, asusta. No me pregunten como terminamos hablando de hombres, óvulos y lágrimas, pero yo adoro esos momentos. Conectar con alguien no se puede planear ni presuponer, sucede o no y por eso cuando pasa merece festejos. Hablamos también del miedo y que la única arma que existe para combatirlo es el conocimiento, por eso le aconsejé, mirarse desnuda a un espejo y acariciarse la piel con crema de almendras o manteca de maja, da lo mismo. Que lo hiciera a diferentes horas del día para que descubriera por si sola la mas grande verdad del mundo. No existe la gente fea o el cuerpo raro, sino que andamos por la vida mal iluminados. La luz lo es todo.
Más tarde, ya les había contado que me encanta traer los temas filosóficos a la mesa de casa, hablábamos sobre las expectativas. Una locura, la mas potente de las dagas. Está bien tener una visión de lo que quieres o como lo quieres, como en los temas de negocios, porque así tu camino se predispone y cuando vienes a ver le das la pata a la lata, pero no fue mi caso, ni los de aquella chica. Nosotras como muchas que conozco, nos creímos que si había celos era amor, que si el hombre había tenido mil relaciones fallidas antes, era experimentado, que si tenía el control era porque te protegía y si eyaculaba muy rápido era porque tú eras muy caliente. Así que de cuajo, fuimos buscando con la lupa en la mano derecha y la cachimba en la izquierda al latín lover, que al final de la película, nos hizo sufrir, odiarnos y sentir que aquello de encontrar la media naranja, era cosa del frutero de la esquina, no de nosotras. Me viene de vomitar. Así mismo nos programamos para todo. Si no lleva blazer no es serio y profesional, si a ella se le marca la tanga es un putón y por lo tanto no merece ni mi respeto y si no se afeita abajo de los brazos es ambientalista, así que le puedo dejar a mi gato una semana entera con papeles y to. Son tantas las pequeñas dosis de información y alienación, que cuando tienes un hombre al lado, de los de verdad, te parece aburrido, apático, desinteresado, complicado, porque no tiene nada que ver con Diego Hernández, el de la novela „Abrázame muy fuerte“. Vamos que nos tragamos la mentira como un antibiótico sin leer el prospecto, porque la realidad suele ser mas complicada y necesita de participación. Que lo digo siempre, esto del ocio se nos esta yendo de las manos.
Yo me casé la primera vez por la fiesta, la segunda por la aventura y estoy ya con la pluma lista pa firmar la tercera boda. Aunque creo que no será como todos se imaginan, porque la relación no comenzó ni se ha desarrollado de manera muy tradicional. Es que nunca nos propusimos un futuro y esa fue nuestra clave, porque además no estábamos en condiciones de darnos ni un mañana, pero ya son once años. Le quitamos a la relación el peso de un hasta siempre, el compromiso de las fiestas familiares, le quitamos las vacaciones programadas y las cuentas de ahorro en conjunto. Todo eso sucedió después, en el presente y los meses pasando. Así mismo me pasó con este blog. Si alguien me hubiera dicho que escribiría cada semana mil palabras para encontrar a mis fantasmas frente a frente y aliviar mis dolores de espalda, hubiera corrido y le hubiera caído a palos al modem de la casa, amarrado al wifi a una mata de yuca, cogido la computadora para jugar Tetris solamente. Creo que no es necesario buscar aventuras en otros lares, porque si te dejas llevar por el día a día, tu vida puede ser increíblemente divertida.
Una amiga me preguntó que si yo había vivido cosas normales alguna vez. Que hay de anormal en llevar una idea a término, un encuentro terminarlo con un beso, querer saber cuan profundo llega el dedo en tu garganta o en tu vagina. Bautizarte a escondidas porque crees en la física cuántica y no obstante tienes más preguntas sin respuestas que antes de la última lectura del horóscopo, la letra del año y el tarot.
Al final lo divertido es dejarse llevar, intuir o adivinar, bailar y conocer. Las expectativas son casi siempre un freno de mano para el espíritu libre, un arco con la flecha inversa para aquel que se concentra en el objetivo y no el camino.