todas yo

Esta de mas aclarar que pertenezco a la generación del chat del WhatsApp. No soy de la generación Z ni Y, ni de ningún nombre raro de esos. Nací analógica y tuve una larga vida sin internet. ¿Beneficios? Pude hacer lo que me dio la gana sin que nadie me dichavara en la web. ¿Desventajas? Tiré a la borda una carrera de influencer, porque ideas macabras y situaciones vergonzosas tenía para vender y eso de exponerme se me daba de maravilla.

La cosa es que hace unos días la lluvia asediaba a varios continentes, sino fue el mal tiempo entonces fue la nostalgia, por que un par de amigos colgaron fotos de nuestra etapa escolar y yo no aparecía en ninguna. Días después conversando con unas clientas me contaban de este o de aquel otro evento, y yo no aparecía tampoco. No es que sea exagerada, que también lo soy, pero de pronto un cosquilleo existencial se apoderó de todo mi cuerpo, „ser o no ser“, el chespierano se me montó y un viento oriental me recorrió la conciencia. ¿Estuve o no allí? ¿Fue idea mía? Para no hacerles el cuento más largo. Después de un rato llegué a la conclusión que la cosa es simple, yo no nací para foto, yo he sido toda la vida de video. El cine me aclama, definitivamente eso de estar en el momento exacto esperando un click, en sincronía con otros cuerpos, no ha sido nunca mi fuerte. Y no hablo solo de la vida escolar, las fiestas familiares o los eventos sociales, hablo incluso de la sexualidad. Esto de la desincronización lo he llevado a niveles altísimos. Recuerdo no participar a un concierto de Alanis Morissette solo por ir a contratiempo. De haber renunciado a la maravilla de un orgasmo durante el sexo oral porque pensaba que eso lo podía recuperar después, pues más importante era pensar en el prójimo. Con los años he perdido altruismo y ganado en egocentrismo. Vamos… que cuando les hablo de mi problemita de sincronía, les hablo con la seriedad y el previo estudio que lleva el tema.

Les explico ahora mismo; para mi existen cuatro tipos de clientas y cuando hablo de clienta, es de algún modo mi forma de generalizar escabullidamente, porque en realidad quisiera hablar de la humanidad, como si se pudiera meter en un pote de helado.

Hay un tipo de señora que se mira al espejo con cualquier trapito y asume la pose que le representa, casi siempre de modelo de Vogue. La boca de pescadito, las manos a la cintura y las piernas en posición de paso. Con esta pose la parte inferior se ve más largas y fina, las líneas faciales se acentúan y de algún modo con los dedos gordos localizan la zona de la cintura de su alter ego. Esta es la personalidad de fotograma. Una mujer que espera ser admirada y se prepara para el momento. Una que tiene clarísimo lo que quiere presentar a la palestra. Esta mujer suele llegar lejos, pero habla poco, tiene claro donde pone la mira y la calentura se le baja con un buen par de zapatos.

Existe un segundo tipo de veinticuatro por segundos, con el quemas me identifico…y no estoy sola en el mundo. Es la mujer que se pone un pantalón y hace tres cuclillas, tira tres patadas al aire, se gira para ver si le aplastan las nalga, porque se puede ser proletaria pero no sencilla. Se pone la blusa por dentro, la saca en todas las direcciones posibles, sabemos que el mundo es una jungla y hay que comprobar que no importe la situación usted va a quedar regia y maravillosa. Mujeres como nosotras salimos fuera de foco en las fotos, hablando, cayendo o con un ojo gacho. En cambio solemos sacarle el jugo a la información. Queremos saberlo todo, mantenimiento, química aplicada, origen y procedimiento de los productos, nombre del creador, anatomía del objeto, calidad del textil, para nosotras el poliester es un enemigo y los hombres que aparentan pero al final no son, también. Necesitamos materiales que vayan a nuestro ritmo, que transpiren, oídos que escuchen y que aguanten el paso.

Hay otro tipo que es la todoterreno, esa no necesita probarse nada porque todo lo sabe. Llega, compra su ropa y te mira con desdén. Ella tiene la capacidad de adaptarse. Aparece en fotos y videos, casi siempre en el grupo y tú no sabes como lo hace pero siempre sale maravillosa. Al final se casa con un tipo que nadie lo conoce ni en su casa y ella lo convierte en presidente de una corporación con sede en Dubai. Para mi es una de las personalidades más interesantes. En mi caso, en la tienda, es con la que mas suelo conversar, porque esta personalidad tiene tanto por contar, tanta historia y sabiduría. Casi siempre es madre, habla pausado y no cree en que eso de „caballo grande, ande o no ande“.

Y la última es la sin categoría. También sale movida en las fotos y aparece de un vuelo en los videos casi siempre arreglando algo o a alguien. A esta no se le ve porque no tiene tiempo. Ella es la última en la lista y por eso se prueba la ropa en casa y si algo no funciona aparece con el recibo vencido, pues no ha podido ocuparse antes. El amor le llega de modos inexplicables y a pesar de todo siempre ríe.

Seguro hay muchas más personalidades por ahí perdidas, yo solo les hablo de las mías. De las que he reencontrado en estos dos años de ejercicio. Contando mis historias y escondiendo tantas emociones. Ya han pasado muchos miércoles y tantos eventos clandestinos entre líneas. Ha sido difícil pero aquí estoy festejando, también mi transparencia en las fotos de los amigos, los días oscuros dispersos en el mapa y la cercanía que me proponen las letras. Felices todas las caras que me han salido en la pantalla, felices todas las mujeres que llevamos dentro. Feliz yo por  tenerlos.

Gracias