ni un Tsuki

 
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La verdad es que yo no lamento venir de una generación de filminutos. Con los dibujos animados cubanos de los ochenta aprendí sobre el origen de la silla, que si estas enfermo debes ir al médico, que la higiene personal es determinante para la salud, que si un vampiro le muerde el cuello a un borracho, pues por carambola también se emborracha y que de todo podemos hacer una versión caribeña, como con el Vampisol. Pero tengo mis reservas, debo decir que durante mi niñez, me faltó un referente femenino, a la altura de Elpidio Valdés. Lo más cercano que tuve fue a Chuncha, una viejita emancipada, que vivía feliz de soltera y que la familia no eran mas que su sobrino, los vecinos y Cacharro, su perro. Chuncha no estaba mal, era una luchadora contra el sedentarismo, manzanillera, que podía bailar cuatro días seguidos sin sudar ni una gota, amante de la naturaleza y para ella nada era un problema, así hubiera quemado el vestido con la plancha. Pero a Chuncha le faltaba el valor y el empuje de Elpidio, que se fue solo a rescatar a Palmiche y le ganó a medio regimiento español con su astucia. En cambio la única vez que Chuncha estuvo de frente a un acto violento, fue durante la captura de un ladrón y se quedó afuera vigilando hasta que llegara la policía. ¿Entienden por dónde voy? Que como niña yo estaba mas expuesta al peligro que ella, y no tenía referencias de como actuar. Los niños cubanos de entonces no teníamos a ninguna mujeres protagónica en nada que llevara acción, nosotras vivíamos en un mundo rosa. Luego te encuentras a una amiga con un ojo negro y te dice que fue un golpe contra un mueble, pero un mueble muy molesto y con manos porque hasta las huellas dactilares le dejó grabadas y tú no haces nada, porque seguro habrá un hombre que la defienda. Pasan los años y le dices a tu familia que la caída del cabello es por el cambio climático, no porque estas loca de atar debido a la situación de estrés que tienes en tu casa con un alcohólico y un hijo que no acaba de cogerle el ritmo a la escuela. Pero tú sigues sin hacer nada, porque no sabes como enfrentar el problema. No das ni tres pasos y te encuentras a otra amiga vigilando las rebajas, porque del dinero que le deja su marido para la casa, posiblemente pueda robarle cinco pesos y así comprarse un vestido nuevo, algo casi prohibido hace tres años. Pero nosotras siempre esperamos al héroe, nuestro papel de co-protagonista, no incluye ni denuncias, ni reacciones. Qué nos han dejado, pues lo que queda de la cultura popular, el berrinche, los espíritus, el destino y la terapia ocupacional. En cambio los hombres, están predispuestos desde que nacen a luchar por sus derechos como el mas carismático de los superhéroes, preparados para comerse el mundo como Matojo, que se apuntaba para lo que fuera con tal de ir a las olimpiadas. Ya les digo, soy una amante de mi historia y no la cambiaría por nada, pero un par de herramientas me podían haber dado sin esperar a que la vida me sonara el trancazo. 

Con los años y los palos, estoy paranoica con el tema de la violencia y como suele tener tantas caras y matices, pues parezco un perro de caza, buscando señales y queriendo salvar a medio mundo. Venir a Europa no ha ayudado, pues me he confrontado con temas que me eran ajenos, como la trata de blancas, culturas extremistas donde el machismo esta escrito con mayúsculas, la mutilación y el feminicidio con nombre. 

Como tengo el piloto automático siempre encendido, hace unos meses viví una escena casi surrealista. Un día entraron unos clientes a la tienda, estaba prácticamente vacía, así que me fui a ellos, los saludé y pregunté si podía enseñarles algo de la nueva colección. Me sorprendió la diferencia de edad entre los dos hombres y las dos mujeres. La dinámica que había entre ellos no era familiar, tampoco parecían parejas. El señor A, muy amable le tradujo a una de las muchachas en español lo que yo había dicho, mientras el señor B me ignoraba y la otra mujer gravitaba en el espacio. Me sentí a mis anchas, podía hablar en mi lengua materna así que me desplayé con ella. Me sorprendió que la muchacha evadía todo contacto visual conmigo y cuando hablaba lo hacia con el señor A. El tipo, porque a partir de aquí cambia su título, le dijo que podía dirigirse a mí. Su tono autoritario contrajo mi cara, un frío ya olvidado recorrió mi cuerpo. Tantas historias venían como cascada a mi cabeza, tantos años de lucha por nuestros derechos se iban a la borda en ese momento. Entonces me hizo la típica pregunta - Y porqué hablas español, de dónde tú eres? - Yo soy cubana. Y tú, porqué hablas español.- No estaba dispuesta a ser interrogada sin interrogar. -Yo soy de Europa del este pero aprendí en España. Yo tuve una novia de tu país.- Su imprecisión me golpeaba la cara, diciéndomelo todo y a la vez nada.- Pero que inteligente eres, hablas mas de un idioma.- En ese momento me identifiqué con los superhéroes de mis sobrinos, me puse verde como Hulk, me encaramaba por las paredes com Spiderman y mi mirada no era nada en comparación con la visión de rayos x de Superman. Entienden lo que les contaba de los referentes. Aquella provocación me había afectado tanto que no pude tirarle en cara el nombre de un buen puñado de mujeres poliglotas de la historia, pero con la lengua afilada de Chuncha logré soltarle un sarcasmo, le dije que además sabía leer e increíblemente también sonreír. Pero no terminó ahí. - Es que eres muy simpática, si tuvieras un certificado de traductora te contrataría.- A ese punto ya tenía la sangre coagulada de la rabia.- Que pena, pensándolo bien lo que tengo en un doctorado en geodesia y cartografía- y en mi cerebro terminé la frase - para saber a que punto lejano del planeta mandarte. Le tiré una carcajada, porque sabía que no había entendido dos palabras de lo que yo decía y fui a la cabina donde estaba la muchacha. Ella tenía la cortina cerrada y yo me paré de puntillas y con cara de loca, le gritaba con voz de susurro - Te puedo ayudar? Dime solo una palabra y yo me encargo de lo demás- Qué era lo demás. El tipo tenía como tres metros de estatura, posiblemente era de la mafia rusa y yo en mi vida había tenido un encuentro físico que no fuera por amor. El punto máximo de agresión que había vivido fueron dos empujones en la Plaza Roja durante un concierto de Pablo FG. Cero conocimiento de defensa personal. Cuando le pedía a mi padre que me diera unas lecciones, me decía que en situaciones de peligro lo que debía hacer era correr, y yo estoy harta de correr. Mientras la muchacha en ropa interior me miraba con cara de pánico, claro, pánico de mí. En eso la sombra del tipo a mis espalda puso fin a mi insípido plan de rescate. - Lo compramos todo y te lo pruebas en casa- Su voz era lava derretida por mis orejas. Yo tenía que regresar a la caja y este hombre con el descaro de quien sabe te ha revuelto el día, sacó un paquetón de euros y comenzó su danza del poderío económico. Hojeaba el royo de dinero con la pasión de un monje del renacimiento. -El billete mas pequeño que tengo es de doscientos, tendrás cambio. - Incluso para más.- Hiel de gallina soltaba por la comisura de los labios. Me quería dejar una propina exagerada, que no acepté porque mi espíritu no se compra con dinero, yo quería la guerra. Una de las vendedoras ya conocía a esa pandilla y me dijo que eran trabajadoras de la prostitución que ejercían legalmente en la ciudad. Dijo que esas mujeres no eran tan víctimas como yo creía, posiblemente se sentían mas atacadas por la mirada puritana de mis trabajadoras, que por la lascivia de sus clientes. 

Fue duro no saber como actuar y más duro aún pensar que a las víctimas reales no se les puede identificar tan fácilmente. Así que mi única arma por el momento es hablar de ello sin parar y cuidar que mis amigas no se golpeen con los muebles de sus casas, ni que bajen o suban de peso porque las lágrimas lo deciden y confiar que si necesitan ayuda, sepan que a pesar de no saber tirar ni un Tsuki, siempre pueden contar conmigo. 

Pequeño glosario: 

Tsuki: Técnica de puño de Karate, del que mi padre siempre hablaba. 

Filminutos: breves historias de dibujos animados

Vampisol: Fórmula que permite a los vampiros resistir la luz solar. 

Elpidio Valdés: Personaje de dibujos animados, protagonista de una serie de largometrajes, cortometrajes y tiras del mismo nombre

Chuncha: Personaje de dibujos animados

Matojo:Personaje de dibujos animados

„que la vida me sonara el trancazo“: aprender de un modo poco ortodoxo y sin base científica.

Pablo FG: Popular cantante cubano de salsa y timba.