Agresiva como Eva

 
foto: Simon Tribelhorn

foto: Simon Tribelhorn

Yo personalmente odio la ropa básica. Que sí pega con todo, que si dura toda la vida. Pues yo no quiero nada que pegue con nada, ni que dure más tiempo que mis gustos o mi concentración, pero no puedo ignorar que tiene sus ventajas para el mundo moderno. 

En este mundo moderno donde conoces a la gente primero por internet y aparecen en sus perfiles como el Robin Hood del amor, pero cuando los encuentras sin filtros ni photoshop, parecen los primos segundos de aquel galán con quien chateaste un mes. Por eso recomiendo siempre a mis clientes cuando tienen una cita trámite twitter, Facebook o Instagram, un pulóver con cuello de ojal largo, preferiblemente verde botella o marrón y muy importante llevar además un bolso donde tener a mano los accesorios necesarios en dependencia del receptor. 

Si el tipo no gusta, el modo de ponerse una prenda de este tipo sería: cuello simétrico, jalado al centro para cubrir los hombros del todo, un pañuelo al cuello en forma de pico, cabello recogido y con esto, murió el glamour.

En cambio si el hombre es un Adonis o uno de esos medio agradables a la vista, carismático y con potencial para pasar a otra fase, pues el pañuelo al saco y el cuello del pulóver, asimétrico, con el hombro derecho al aire si eres zurda, o el izquierdo en caso de ser diestra. Todo esto está estudiado por los grandes del arte, Modigliani, Emiliano di Cavalcanti, Klimt, verdaderos amantes de la belleza femenina. Si tú no tienes una de esas caras simétrica-occidental, o eres una reproducción de Marilyn Monroe, pues exagera tu asimetría y resalta todo lo que aparentemente no pega ….  y goza. Mis clientes se ríen mucho de mis teorías y consejos estéticos aunque dudo que entiendan todo lo que les digo o confíen en la veracidad de todo lo que hablo. 

Una vez una mujer de unos 50 años necesitaba un top para una cita a ciegas. Pasamos un rato muy divertido jugando con las tantas posibilidades que podría tener aquel encuentro y mi pulóver básico. Ella regresó al tiempo y se asombró que yo la recordara. Entonces me contó que fue un fracaso y que nunca usó la ropa que habíamos planeado. Al principio estaba avergonzada, porque sentía haberme defraudado, pero creo que en realidad se avergonzaba de la razón por la que usó otra prenda. Seguimos conversando y sin ton ni son me confesó que había sido por su hijo. Le había dicho que se veía muy agresiva, y se notaba demasiado coqueta. Yo tuve que reír. „Agresiva tú? Con esa cara de ángel, además, la coquetería no se puede contener en una camisa… ni de fuerza. Pregúntale a mi madre que ni en tiempos de crisis me podía contener. Yo el novio me lo buscaba hasta abajo de la tierra. Muchacha, en los noventa tener dos blúmeres era una suerte y si uno de estos era bonito, te habías sacado la lotería. Yo tenía solo uno y era de tela de pañoletas, rojo, de nylon. En Cuba, con 34 grados, y mi cuerpo como en El valle de la muerte en Libia, con 57 grados. Tú crees que esos veranos caribeños se podían pasar sin novio?“ Aquella mujer se ahogaba de la risa y yo como poseída le seguía diciendo barbaridades. „Pero mi madre, para que combinara, me mandó a hacer un ajustador del mismo material. Así fue que mi cuerpo se convirtió en una sucursal del Volcán de Yellowstone. La gente pensaría que mi  temperamento estaba motivado por razones menos mundanas“ Las risas de mi clienta retumbaban en la tienda. Y para terminar le dije, „Así que la próxima vez, enséñale a tu hijo lo que es ser agresiva. Y dile que por tener novio no dejará de ser el amor de tu vida“. En ese momento nos miramos serias. Ella sabía que le hablaba con el corazón, que habían habido muchos cambios en su vida y la inseguridad de su hijo no podía pasar a su vida privada. Me sonrió y dio las gracias. Esta vez no compró nada. Tengo que ver como logro que no me boten del trabajo, porque la gente viene, hacen terapia y compran sólo una camiseta de 9.90. Pero eso sí, me hacen muy feliz.