a brazo

 
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Hoy me permito la licencia de romper mi disciplina de los miércoles, en nombre del amor.

Feliz ocho de octubre. 

Cada día veo a la gente luchando por los afectos. Los afectos de grupos, de ajenos, incluso los afectos hacia sí mismo. Miro atrás y me veo en muchos episodios de mi vida en esa misma lucha. Reconozco tanta energía y tiempo perdidos, pero si algo maravilloso he aprendido, es que labrar el cariño y cuidar de él es lo mas divertido de toda la historia.

Hace mucho tiempo alguien me preguntaba que si no extrañaba a mis viejos amigos y yo creo que no tengo viejos amigos, porque la amistad con quienes conozco de antaño se mantiene joven, viva y rica, no lucho por ella, es parte de mi, es como ni nadara en un rio cuesta abajo, se da sola, se aúna.

Hoy en la tienda tuve una pareja muy simpática, ella quería un vestido  nuevo para el otoño. Cada vez que se probaba algo interrogaba a su pareja en busca de  aprobación. Yo le conté que a mi novio siempre le preguntaba si tenía el valor de caminar a mi lado por las calles y que por suerte siempre decía que sí, pero que nunca le preguntaba si le gustaba, espero que no tenga mis mismos gustos. El hombre sonreía a soslayo casi agradecido porque yo le quitaba el peso de la decisión e intentaba banalisar el acto. Le conté que en la desigualdad de opiniones casi siempre se encuentra la armonía, que mis mejores amigos y yo somos tan disímiles como los elementos naturales y que eso los hace imprescindibles en mi vida. Ella creo que no me entendió del todo, o no quiso, y terminamos hablando de lo chistoso de mi acento latino, pero el hombre me miró con ojos de anciano. Espero que le cuente mas sobre sus diferencias, que la sinceridad sea parte de su rutina y que le diga que para él ella es bella hasta enredada en un saco de yute, así que mejor no le pregunte si quiere un criterio estético imparcial. En fin que no tiene que gustarle las mismas cosas o ver el mundo de igual modo para respetarse y quererse. Como mi hermano (adoptado por mi) y yo. Una vez él me decía que sabía que regalarme, un palito o una piedra y que con eso me haría feliz, tenía razón. Entonces yo caí en cuenta que sus gustos llevaban marcas, que eran mas rebuscados y seguro precisaban mas recursos (monetarios), pero todo era un juego, porque lo importante en estos mas de veinte años han sido la complicidad y el amor. Desde hace muchos tiempo nos regalamos la voz como eco del alma. Así sabemos que no hay obstáculo, ni dolores, ni mares que me eviten sentir sus a-brazos.