"hasta home..."

 
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La frase „meter la pata“ significa en Cuba cometer una indiscreción muy grande. Si decimos „hasta Home“ haciendo alusión a la carrera al cuadrilátero en el beisbol, nuestro deporte nacional, denota que la magnitud del hecho sobrepasa lo tolerable. Eso mismo me sucedió esta semana. Sería media tarde cuando entraron a la tienda una muchacha acompañada de un señor. No estaban muy contentos. Tenían cara de buscar la aguja del pajar. Yo fui hacia ellos y en cuanto ofrecí mi ayuda el hombre tras un suspiro dijo que si. Me estaba pasando el batón, aquella era una responsabilidad que él no se sentía, a esas altura del partido, de asumir. No tenía absolutamente nada que ver con la subsistencia, ni mucho menos con la paz mundial, era que aquella gente se sentía perdida en un mundo, el de la moda, donde la oferta sobrepasa la demanda y el gran conflicto era como elegir una camiseta que combinara con el pantalón que llevaba la chica. Ella era de mediana estatura y muy joven, si la comparo conmigo por supuesto muy joven, pero mayor de edad era. Su estilo de tomboy de los noventa, y su modo de andar tipo judoka sobre el ring me hizo comprender que aquella muchacha se sentía como piojo en la cabeza de un calvo dentro de mi tienda, así que necesitaba de mi ayuda o de una brújula para encontrar la puerta de emergencia. Le busqué las camisetas adaptas y le empecé a dar ideas para que se viera regia, andrógina y moderna. Su acompañante estaba casi más eufórico que ella, me apoyaba en cada idea y era parte activa del proceso. A cada pieza, después de mi presentación decía con la energía de un comprador de Tiffany’s „comprado“ . Para mí aquello era como gasolina, más escuchaba „comprado“ más posibilidades de combinar les ofrecía. Hasta que me quedé sin recursos, porque también yo tengo un final, y le dije que no tenían que comprarlo todo, que seguro en casa tenía más y mejores opciones de lo que ella se imaginaba.- Por ejemplo (yo desataba en el limbo estético) usa una camisa ajustada y los tiradores de pantalones de tu papá- me giré a él y le dije - tienes tiradores de pantalones, verdad - en ese momento se acabó la diversión. -Yo no soy su papá, soy su novio.- Que pena por Dios. Trágame tierra y escúpeme lejos de aquí. A la vez sentí una rabia, de ser justo yo, quien metiera la pata hasta Home de esa manera. No sabía como disculparme y le conté a aquel hombre cuantas veces he sido la víctima de los estereotipos y el mal juicio dela sociedad. Le conté cuántas veces a mi pareja lo tildaban de perdedor o a mí de blúmer caído, solo porque soy cubana y él no. Hay incluso algunos que piensan que aun somos virgenes y millonarios. Le conté al tipo de las miles de veces que tenía que decirle en alta voz que no había sido adoptada porque mi padre era viejo y mi madre mulata. De las millones de veces que me preguntaba con los colmillos afuera, babeando venenos, que como llegué a Europa y yo para quitarle drama al tema, les cuento que como todos los cubanos… en balsa, porque los cubanos nacemos con una balsa, una botella de ron y una maraca en la mano. Todo ese cuéntame tu vida se lo solté en el doce escalones que nos llevaban del segundo al primer piso. El repetía que no me debía disculpar, que todo estaba bien, que no era necesario contarle mis íntimas historias. Íbamos escaleras abajo, el hombre me llevaba como un metro sobre mi cabeza y de pronto me di cuenta que él estaba encaramado en la legitimidad que le daba la sociedad a sus actos. Este señor no se tenía que defender ni ofender de nada, cuando la historia de la humanidad estaba colmada, hasta el tope, de relaciones con grandes diferencias de edades protagonizadas por hombres como él que ademas han sido alabados cuál dioses. Pero y si fuera mujer? Como sería la cosa? Las mujeres que tienen parejas más jóvenes están luchando hoy en día por la visualización y normalización de algo que del otro lado del género añade incluso un determinado estatus y rango. Yo recuerdo hace unos años, que un hombre de mediana edad sin una joven que pasear por las avenidas de la ciudad, era mas o menos que una carcajada sin dientes, pero si eso lo hace una mujer, las propias mujeres esputando envidias y mala educación las critican y dudan de la autenticidad de sus actos. Así que asumí que no me debía disculpar más de lo suficiente con quien solo debe chocar con una despistada como yo y no con toda la humanidad o con toda la conservativa patriarcalidad de este mundo. La muchacha ya estaba feliz con mis servicios, el tipo adulado al máximo por dos mujeres que bajaban la cabeza, de distinto modo, a su paso, que más quería? Yo les cobré, y me juré abrir los ojos para servir de igual manera a la mujer que venga a mi negocio con una pareja mas joven y espero no meter la pata, porque no creo tener corazón para ver a una mujer disculpándose o defendiendo su derecho de amar sin límites, ni edades, ni razas. Porque amar es nuestro mayor talento, así que no le permito censuras.