Te doy una canción como un disparo, como un libro, una palabra...
Discutir, del lat. discutěre „disipar“, resolver.
1. tr. Dicho de dos o más personas: Examinar atenta y particularmente una materia.
En ningún lugar la Rae dice que discutir sea malo. Que contengas tu frustración hasta el punto de hacerte explotar el acné en la espalda o la psoriasis. Pero por una extraña razón las mujeres en su cotidianidad posponemos el discutir sobre un tema hasta el punto donde gritamos y creemos que somos unas fieras, que decimos todo lo que nos preocupa y molesta. Es nuestra más pública mentira -„porque yo si que no me cayo nada, a mi si no me va a dar un infarto por no decir lo que pienso“-. Yo particularmente silencié mi espíritu en muchísimas ocasiones por miedo a las consecuencias y lo único que logré fue ceder mi voz cada día, para pegar un grito sordo a fin de mes, cuando ya ni yo misma recordaba como había comenzado el conflicto o que me molestaba. Así que cada vez que veo delante de la caja una madre con su hija discutiendo como pagarán la cuenta o que pasará con sus finanzas si se compra aquel par de vaqueros, me muero de envidia. Parecería un acto banal pero yo lo veo como un acto de amor y responsabilidad por el futuro. Es un entrenamiento para ejercer el criterio sin mellas en el amor. Porque de eso se trata la cosa, de amarnos en nuestra divina diversidad de ver el mundo.
Pelear, de pelo y -ear
1. intr. Contender o reñir, aunque sea sin armas o solo de palabra. U. t. c. prnl.
2. prnl. Desavenirse, enemistarse, separarse en discordia.
Si tú me ves encaramada en una silla golpeándome la tabla del pecho para defender, ya no me acuerdo que cosa, te mueres de risa. Mi referencia de defensa de las ideas eran: la esquina caliente del Parque Central, los escándalos públicos, el tipo con un machete corriéndole a otro detrás o las extensiones de Yurinca ardiendo al aire por la calle Montes hacia abajo. Pero transpolando todas las películas de artes marciales a la realidad te das cuenta que todo eso es pura coreografía, que el que pega se daña tanto como el golpeado, que la heridas se expanden como la radioactividad y trastornan generaciones y destruyen tanto el cuerpo como el alma. Hace unos días una clienta se estaba probando unos pantalones y sin darse cuenta abrió la cortina de la cabina para controlar al hijo que me estaba reorganizando el universo de la tienda. Ya yo había agotado casi todos mis recursos pedagógicos cuando ella sacó alterada medio cuerpo. Su torso era hermoso, parecía una estatua esculpida en una fluorita morada. Las líneas de sus costillas estaban levemente mas oscuras que la zona blanda y delataban el puño de su escultor. Nos miramos y ella reconoció en mis ojos, los ojos de quien había escondido un día las mismas marcas pero en el alma, y no sé porque le dije -„Todo pasa, todo es bello por que pasa. Un día te reirás de todo eso“- El niño con sus gritos rompió el silencio que solo nos dio tiempo a suspirar. El suspiro de quien acompaña y no juzga, yo mientras tanto recordé a Silvio „Ángel que pasa, besa y te abraza, ángel para un final“.
Comunicar. del lat. communicāre.
1. tr. Descubrir, manifestar o hacer saber a alguien algo.
2. tr. Transmitir señales mediante un código común al emisor y al receptor.
3. tr. Consultar con otros un asunto, tomando su parecer.
Yo hablo, comunico, me repito, intento todas las técnicas porque ya vi que callar no funciona y gritar tampoco. Aquí pasó… aquí se habló. Pues como mi trabajo y mi vida es ser un radio con dos piernas, a veces hablo mucha bebería, a veces digo cosas ilustradas que ni yo misma sé de donde salen, pero a veces digo cosas que valen la pena escuchar. Creerás que el otro día una clienta me miró con cara de ser la „Paris Hilton del sabor“ y me dijo que resumiera, que ella tenía muy poco tiempo. Pues se me montó la „Margarita del Prado“ y le dije -„Pues acabé.- Qué? - Que sí, que no hay más que decir, ese es el resumen.“- Porque eso de comunicar no lo puedes hacer por el mundo así, sin un receptor. Del otro lado tiene que haber gente que quiera y se interese en lo que se comunica. Así que no pasé a la discusión sobre mi derecho de decir o su derecho de escuchar, porque ella no tenía tiempo, además sabemos que mis derechos se acaban donde comienzan los derechos del otro. No le di un escándalo porque entonces perdería el tiempo yo y por carambola, también la clientela. Le sonreí a velocidad de la luz, pasé por caja lo que ella quería y me despedí, articuladamente y muy amable. Después que se me pasó la molestia, porque seré civilizada pero tengo sangre en el cuerpo, me di cuenta de que a los cuarenta años me merezco el cinturón negro de la comunicación, que soy la sensei de la verborrea, en fin que estoy muy orgullosa de mi labia y de mis nervios. Así que regresé a casa, donde cuento con alguien si se interesa y comunica conmigo, brindamos por mi control y el pase de nivel de latina temperamental a vendedora simpática del año. Llegamos a la conclusión que yo tengo la mochila vacía de temas dolorosos y que el irrespeto de esa mujer a la que no volvería a ver, cayó en tierras áridas y que ahí no crecería nada. Entonces caí en cuenta, que la mitad de mis actos temperamentales habían sido la posibilidad de dar escándalos a cualquiera hasta por el unicornio que no perdí.