La Cabina Roja

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Ser o no ser

Los viernes negros son una locura cada año. Este, a pesar de las dificultades y las millones de condiciones que ha tenido, no lo fue menos. La gente compró, compró mucho y se lo llevó todo a probar a sus casas, o al menos esa fue la mayor tendencia y yo las entiendo, porque no son momentos de estar tanto tiempo en una cabina encerrada y mucho menos con esas luces cenitales, que seguro las inventó un hombre, pero uno ciego. Se podrán imaginar que yo el viernes me sentía la Dj de la tienda, parecía una mixóloga de renombre, con la diferencia que yo no combinaba elixires o melodías, sino tejidos para mis clientas. Todos eran felices, yo era feliz, olvidamos las escaseces, las distancias, las pandemias, las diferencias ideológicas, hablé hasta por los codos, alto y articuladamente, a pesar de la mascarilla, como una cotorra encima de una tribuna, en fin que el dios cojo del consumo nos tenía a todos danzando. Yo como buena réferi tenía que tirar los pasillos con los púgiles, y a la vez imparcialmente, tener una visión realista del juego. Por eso cada vez que pasaba por caja un producto lo despedía con un hasta luego. Sabía que un alto porciento regresaría a mí como bumerán, pues uno de esos casos retornó hoy. Casi al terminar el día llegó esta clienta, al ver entre sus manos la estrujada bolsa, me imaginé por donde vendría la cosa. Había comprado una camisa de cuadros estilo „oversize“ (es un estilo donde todo es como dos tallas mas grande) Cuando le pregunté la razón porque no la quería, me dijo que parecía muy masculina y que con su pelo corto, perdía su feminidad. Hablar conmigo de eso hoy que es el cumpleaños de una de las mujeres más importantes de mi vida, que además esa lo mismo se pone un par de botas rusas, que se llena la cabeza de peróxido, hecha humos y sigue andando y no hay diablo humano que dude del mujerón que es. Le dije, y reconozco que me pasé. „¿Pero quién te dijo a ti que ser mujer y femenina lo determinan un pelo largo y una falda corta? Si no te gusta la camisa, pues no hay mas que hablar. Yo considero que es una pena porque te ves espectacular, pero ser femenina es mas que eso“. ¿Y tú crees que la dejé hablar y exponer su idea? Pues no, yo soy cubana y los cubanos, especialmente en estos tiempos decimos nuestra verdad y la del otro, que se busque la vida. Como una metralleta seguí. „Mira, yo conozco una cantidad de mujeres a las que les pende un par de huevos entre las piernas y aunque en sus documentos digan que se llaman Roberto Javier, son mas mujeres que muchas. A mí, así me metan en un sarcófago con una metralleta y una cachimba, tú  crees que me pueden tapiar lo femenina o lo atrevida.“ En un momento tenía que tomar aire. Ella aprovechó y dijo la suya. „Pues claro tienes razón, pero…“ Se le había acabado el tiempo ya yo había cogido una bocanada para media hora de apnea, Deborah Andollo tenía los pulmones de un tomeguín al lado mío. „Hagamos una cosa, si tú quieres me dejas la camisa, pero me parece que la cosa va mas profunda… blablabla“ Se podrán imaginar que la clienta no devolvió nada. Me dijo que probaría de nuevo y lo pensaría. Yo sé que regresará, porque su reacción de conservar la pieza no era porque fuera mas o menos ajustada, sino porque yo ponía en tela de juicio su seguridad como mujer. No me vanaglorio de eso, fue un instinto, pero en cambio si estoy muy orgullosa de mis referentes. Yo aprendí que ser mujer es más que el sexo o la indumentaria. Aprendí que mujer es fuerza, conciliación, cuidado, protección. Mujer es salir por un par de chancletas y si no hay, allí mismo murió el drama, nos haremos las uñas. Mujer es enamorarte de los turbantes porque se ha caído tu cabello. Mujer es amar segmentadamente y no por ello hacerlo menos. Femenina es mi madre que cuando habla hasta las piedras tiemblan, pero cuando sale por las avenidas con sus piernas de mulata, torneadas de tanto andar, se roba mas de tres miradas. Femenina es la risa escandalosa de mi hermana, que endulza hasta el mas agrio de los corazones. Femenina es la Habana que calla en su silueta la lujuria de los masturbadores y la locura de los jóvenes robándose besos en el diente de perros, dibujando futuro en los muros de sal. Mujer femenina es Cuba que se deja amasar por los más agresivos sádicos amantes, los que al final caen rendidos y dan pena, borrachos por los jugos sensuales de antaño. Y yo tengo entonces que escuchar que alguien piense que porque se pone pantalones anchos, camisas y corbatas peligre su género, me da risa y pena, pero como fémina callaré mis victorias y aunaré visiones en mi guerra.