Dale Vida
„Ay Caridad del Cobre, dame paciencia y no me des fuerza. Corten esta lengua para que la muchacha mantenga su trabajo.“
La cosa es que me dedico principalmente a vender ropa pero yo siempre me paso. Estoy por la labor humana y no por la comercial y me desordeno cuando alguna clienta, en un ataque de confianza, me cuenta que tiene no se cuantas ropas en su casa, a las que aún no le ha quitado ni la etiqueta. Y yo me pregunto „¿pero a que esperamos?“. Son como un amigo que reunió un montón de dinero para comprarse ropa de entrenamiento porque quería correr para bajar de peso. Cuando se logró comprar un atuendo entero de Adidas, le faltaban los zapatos, mientras tanto él comía y crecía. Cuando logró comprar los zapatos, le faltaba el equipo de música (entonces una walkman) para no aburrirse. Ahí fue donde no me contuve y le dije que en realidad no solo le faltaba el equipo de música, sino que además le faltaban las baterías, un mulato despampanante que se pusiera todo el atuendo y un cartucho con tostones para disfrutar el evento sentado en las gradas del estadio. Reímos mucho y por suerte no se ofendió, así que comenzó con su proyecto antes de comprarse el mulato.
Esperamos siempre que el escenario sea perfecto para finalmente hacer algo y en eso se nos va la vida. He tenido clientas a las que se les ve la soledad a kilómetros de distancia, vienen por un pulover de cuello de tortuga y yo les propongo un vestido que pueda llevarse en modo básico y en modo sexy, porque… „qué pasa si se les presenta una situación“. Ellas me dicen „ no pasa nada, porque no es el momento y punto, además a mi no me suceden esas cosas“. Mira… que me cojan confesada. Yo soy de las que aprende por el camino, de hecho soy vendedora por experiencia y porque yo vendo, mientras sea legal, hasta a un familiar. Les conté que participé en una competencia de canoa y que no sé nadar, pues a eso se le llama adrenalina, por supuesto advertí a todos los presentes y confié en la humanidad del colectivo y aquí estoy, hasta una medalla gané. En este viaje del „Learning by doing“, he conocido amantes malísimos y buenísimos que nunca volveré a ver para su suerte o mi desgracia. Así aprendí lo que era una congestión genital cuando fui a parar a un hospital pensando que por una brujería de alguna vecina se me había convertido la vagina en el culo de un mandril, cuando en realidad solo estaba descubriendo que para dejarme amar me tenía que amar y conocer primero. Y crucé el océano y perdí aviones y oportunidades de tener millones y amé en desmedida y totalmente ciega y así volví a montarme en aviones para robar un beso, pero dejar a un lado algo para cuando sea el momento justo? Eso no va conmigo ni con los de mi estirpe. Y si el momento no llega? Los Garcia de mi familia somos gente intrépida, gente que por ir a una fiesta nos ponemos dos tallas mas pequeñas de zapatos, disfrazamos la pobreza de locura y usamos el lenguaje en sus trescientas variantes, y si nos echan..de mejores lugares nos han botado y nos hemos ido. Así que no me puedo contener cuando alguien compra ropas y las guarda en una gaveta, es como levantarte de la cama y dejar el amor a la mitad, se congestiona y la pieza coge hongos, se inflama y duele. Yo prefiero la teoría de dar anécdotas a las ropas y así dejar el almacenaje a un lado para convertir tu armario en una biblioteca de sensaciones. Por lo tanto si aún te queda un trapo que no despierte ni amor ni odio en tus gavetas, ya tienes tarea para los próximos días, regálales una historia y regálate la vida.